El concierto fue magnífico desde la disposición de las personas, la puntualidad, las explicaciones de los textos, y claro, la música de Mozart.
Recuerdo la primera vez que escuché el Requiem, fue sobrecogedor y entusiasmante, desde ese instante quise saber más de él.
Ahora sabemos que estas tres obras fueron escritas cuando Mozart tenía edades distintas y en circunstancias completamente diferentes. Por ejemplo, la Misa de la coronación fue escrita cuando era muy joven y ya se mostraba como de gran talento con una orquestación llena de melodías y polifonías muy bellas. En cambio, el Exsultate jubilate lo compuso para Venancio Rauzzini, es decir teniendo en cuenta al intérprete y su virtuosismo, de tal manera es está escrita para lucimiento del cantante, cerrando las cuatro partes con un texto simple "aleluya" adornado de muchas maneras.
Cronológicamente hablando, el Requiem en re menor K.626 acabó con Mozart, pues fue su última obra, pues se cuenta que desde la muerte de su padre, se había obsesionado con la muerte y el hecho que una persona tan misteriosa le diera el encargo de escribirlo (además de la delicada salud que tenía por esos días) aceleraran su muerte y el destino se encargaría en demostrar que era una de sus más grandes obras.
En el concierto de este año se quiso mezclar estos tres aspectos, estas tres visiones de Mozart como músico, para que el público pudiera apreciar toda su genialidad y los distintos estadios por lo que pasó su composición. Esta foto es del momento de agradecimiento a las autoridades de la universidad y a los docentes del curso de Apreciación musical que son los principales responsables que todo salga bien.
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