miércoles, 28 de septiembre de 2016

Carta al cielo… después de cuatro días de la sentencia

Carta al cielo… después de cuatro días de la sentencia

Cholito, como tú ya sabes, el miércoles al entrar la noche, me encontraba coordinando el trabajo de pacificación en las tribunas… con un líder de la barra de Alianza, quien estoy seguro será recordado como uno de los pacificadores del fútbol, cuando recibí la llamada de Jose Ugaz:
• Walter… ya salió, es una condena de 25 años.
Al escuchar la noticia, de pronto me sentí como flotando, situación similar a la que viví el 24 de setiembre del 2011… cuando me dijeron por teléfono:
• Walter… tu hijo ha muerto… su cuerpo está en el Hospital de Ate.
Día fatal, donde minutos más tarde frente a tu cuerpo y con lágrimas en los ojos te hice dos promesas:
• Lucharé para que se haga justicia.
• Trabajaré para que tu muerte cobre valor, evitando así que se repitan otras muertes similares.
Cuatro días después de recibir la noticia de la sentencia de la Corte Suprema, te escribo para decirte:
• Hijo… se cumplió la primera promesa.
Ésa que no hubiera sido posible lograrlo sin tu ayuda, pues no tengo la menor duda que tú a diario me dabas las fuerzas para seguir luchando contra una familia que tiene mucho dinero y pocos valores, pues hicieron de todo para lograr la impunidad, lo cual no necesito demostrarlo pues todo el Perú lo sabe.
Fue tu sonrisa la que hizo que la razón impere, pues tuvo más fuerza que las promesas de que “el dinero no era problema”… en una campaña por alcanzar la impunidad.
Fue tu mensaje contra la violencia, cuando tenías 7 años, lo que pesó más que esa campaña por las redes sociales que costó una fortuna, financiada para decir que eras violento, imprudente y que mueres porque estabas ebrio y portando drogas.
Fue el mensaje de aprecio de tus amigos dolidos… lo que te ubicó como una buena persona y un ser alegre; comunicación que pesó más que el silencio culposo de los amigos de tus asesinos… con ello quedó claro la diferente calidad de seres humanos que habían protagonizado esta desgracia.
Fue tu simpatía la que te llevó a ganarte el corazón de los abogados que nos defendieron de manera brillante… sin cobrarnos un sol.
Fue tu cuerpo el que habló y demostró cómo ocurrieron los hechos, dejando de lado, el extraño corte del video de las cámaras del estadio; comunicación de tu cuerpo que se hizo posible gracias a la pericia de un hombre honesto y muy capaz que trabajó de modo gratuito como es José Pablo Baraybar, quien fue vapuleado por la familia Sánchez Manrique para desprestigiarlo, pero paradójicamente con ello… le dieron más prestigio pues la corte ratificó su total autoridad en estos temas.
Fue la verdad de tu muerte la que conmovió a una Nación y puso a toda la sociedad peruana como tu respaldo en esta lucha desigual, pues despertaste el amor de la gente buena, entre ellos el de una madre… Viviana Olcese quien denuncio la compra de un testimonio y con ello se ganó un juicio, que ahora se caerá solo.
Hay que decirlo… quien defiende la verdad es invencible... Así fue como las familias peruanas te adoptaron como su hijo.
En estos cuatro años y 5 meses de tu sentida ausencia física he comprobado que el dinero mal empleado golpea muy duro… pero tú nos demostraste que:
• Nada golpea más fuerte que la verdad.
La sentencia es ejemplar… a pesar de que hubo una reducción de la condena, porque finalmente no consideraron la alevosía, que sostenemos hubo en tu muerte, porque los magistrados dijeron:
• Él advirtió el avance de un grupo amenazante y pudo ponerse a salvo.
Sin considerar que tú los enfrentaste para proteger a las mujeres y niños del palco vecino, tal como dos de ellas me lo dijeron en tu entierro, olvidando además que la alevosía que nosotros sostenemos se dio instantes antes de que te lanzaran al vacío.
Pero se hizo justicia, pues con una sanción ejemplar quedó demostrado que:
• Los ricos y poderosos también van a la cárcel, redimiendo a los buenos magistrados y a la justicia en el Perú.
Con esta sentencia, inapelable por cierto, cerramos esta etapa, con esto la primera promesa está cumplida, por ello te doy las gracias por haber sido tu padre durante 24 maravillosos años y por todo el apoyo que me has dado en estos 4 años y 5 meses… entonces… es hora de decirte:
• Descansa en paz hijo adorado… que tu padre aún tiene una promesa que cumplir.
Me refiero a la tarea que ya se inició con buenos resultados de:
• Crear conciencia en la sociedad para que se entienda que… “si vivimos en violencia todos perdemos”
Tarea que debo enfrentar sin tu ayuda, pues deseo que tu alma obtenga el descanso que merece, a mí todavía me queda pendiente cumplir la tarea de darle valor a tu muerte para evitar que otras similares se presenten, siguiendo el camino iniciado pues:
• Ya son más de 25 mil las personas que han escuchado el mensaje personalmente y algunos millones por las redes sociales.
Sin duda, una de las formas más efectivas para crear conciencia será llevando este caso para que sea discutido en las Universidades de todo el Perú, para que:
• Los jóvenes profesionales sepan cómo “no” deben actuar, para que sepan que los valores no son un cuento, pues son un requisito para ganarse el respeto profesional de la sociedad.
Tarea que ya se ha iniciado y que llevó a un amigo a realizarme una pregunta:
• ¿No tienes temor de que esto genere venganza?
• Walter y yo, somos personas con defectos y virtudes, pero nunca encontrarás en nosotros indicio de falta de coraje, por ello él sale en defensa de mujeres y niños. Yo tengo 59 años y no voy a vivir lo que me queda de vida con miedo… Walter no lo aprobaría.
Es hora de reforzar las actividades con los jóvenes con conducta en riesgo, sin duda será la oportunidad para cumplir otra promesa que he reiterado varias veces:
• Todo el dinero de la reparación civil será empleada en el proyecto.
Cholito gracias… por ti mi vida tiene un nuevo propósito, para realizarlo necesito que los profesores y los jóvenes universitarios me inviten para discutir este caso que ya dejó de ser la versión de los Oyarce, pues es un caso cerrado, trabajaré en tu nombre hasta lograr que las familias puedan asistir a un clásico sin temor, y cuando ello ocurra:
• Sabremos que es un valor que debemos cuidar, porque una vez costó una vida valiosa… la tuya.
En nombre de toda nuestra maravillosa familia, con todo nuestro amor… te pedimos:
• Descansa en paz… mi hijo adorado.
Walter Oyarce