En las lecturas bíblicas señaladas para el día de hoy se muestra claramente una especie de justificación del trabajo leonístico.
Nunca antes las lecturas bíblicas habían estado tan claramente enfocadas al servicio y al amor al más necesitado.
Por ejemplo en Isaías capítulo 58, versículos 7-10 «Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo, y no te dejes de socorrer a tus semejantes. Entonces surgirá tu luz como la aurora, y tus heridas sanarán rápidamente; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá: “Aquí estoy.” Cuando destierres de ti la opresión y la calumnia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.»
Pero qué nos quiere decir este texto tan hermoso. A grandes rasgos nos recuerda lo que algunas veces nos pasa: cuando nos duele algo o estamos tristes y nos ponemos a pensar en la esencia del leonismo y nos unimos a su gran maquinaria de servicio, el dolor se nos olvida y las cosas empiezan a sonreírnos. Pero esto no sucede todos los días. La más de las veces nos cierran puertas en la cara o en nuestro trabajo nos niegan permisos para ir a hacer delegaciones muy importantes y la gente no comprende que estamos realmente comprometidos con el servicio, que queremos hacer del mundo algo mejor.
Sin embargo, hay leones que aún siguen pensando en la socialité, en la foto del periódico, o que sólo se aparecen al club cuando hay que votar. Esos son los leones a los que deberíamos aconsejar, pues están en la oscuridad y todo el mundo sabe que la oscuridad es contagiosa.
¿Qué más? Pues en la primera carta de Pablo a los corintios (2,1-5) indica: “Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría (...). Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo (...)”.
Esto es sólo para voltear la mirada a los leones aprendices... muchos llegan al club con grandes ganas de trabajar, pero los agobia la terminología de las sesiones o los aspectos administrativos de los proyectos. A ellos les decimos que nadie puede aprender todo el leonismo en una sentada y que si el gran apóstol de las gentes, Pablo, dice que se presentó sin gran elocuencia o temblando de miedo, es cierto, la oratoria en los eventos leonísticos no es fácil, pero con la práctica y el corazón se mejora.
¿Algo más? pues en el Evangelio de Mateo (5,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la salarán? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se pude ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.
Y esto sólo hay que leerlo para entenderlo... no es más que la señal de que nuestra perseverancia, nuestro trabajo en equipo hará un mundo mejor... ¡es posible!, aunque las dificultades sean grandes... nosotros somos leones, somos más grandes que las dificultades.
Y esto sólo hay que leerlo para entenderlo... no es más que la señal de que nuestra perseverancia, nuestro trabajo en equipo hará un mundo mejor... ¡es posible!, aunque las dificultades sean grandes... nosotros somos leones, somos más grandes que las dificultades.
Y para mis amigos de san Agustín que están apenados por el cambio de padre José Luis, les digo que sólo hay que rezar para entender los designios de Dios y para que el cambio sea también adecuado para nuestro querido padre.
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