jueves, 5 de febrero de 2009
Breve explicación e historia de las morales trascendentes
En cuanto a las morales trascendentes tenemos a la Teología Moral (o moral revelada) y a la Ética aristotélico-atomista (o moral natural)
La moral revelada se basa en la revelación de Dios, que ha creado al hombre, y le ha hecho libre para amar y obedecer a su Creador. Si lo hace es premiado con el cielo. Pero si contraviene las órdenes de Dios, él mismo se hace incapaz de alcanzar su fin último y sufre la frustración en el infierno.
La moral natural se basa en la naturaleza del hombre; es decir, el hombre tiene un proyecto que lo acerca a la perfección y la felicidad (que es su finalidad natural y que se espera que el hombre haga), por eso, si un hombre no alcanza ese proyecto natural puede frustrarse.
Observemos que en ambas morales trascendentes tenemos al hombre dependiente de las leyes (porque él no las hizo), pero que tiene libertad para elegir qué hará.
Ahora, expliquemos brevemente la historia de la moral natural, vista en las morales de occidente.
Aristóteles (siglo IV a.C.) escribió la Ética a Nicómaco y la Ética a Eudemo. Ambas son los primeros estudios sistemáticos conocidos de moral natural.
La moral aristotélica coincide, en buena parte, con la moral revelada, aunque él comete errores: no asigna naturaleza humana a los esclavos, los cuales no son, según él, sujetos de moral. Vemos así que es importante saber en qué tiempo y en qué circunstancias se tomaron en cuenta ciertas decisiones morales.
La moral natural aristotélica exige que el hombre obre de acuerdo a la recta razón. Por consiguiente, no debe abandonarse a sus instintos, pues estos, por su propia constitución, han de subordinarse a la facultad más noble del hombre que es la inteligencia.
Lo interesante es aunque cada individuo tenía necesidad de las virtudes apropiadas para realizar bien su papel (liderazgo para el rey, cuidado de la tierra en el campesino…), y éstas no se diferenciaban mucho de las de otros: valentía, amistad, fidelidad…
Con la conversión de Europa al cristianismo, las costumbres se hicieron más aceptables desde el punto de vista del Evangelio. Sin embargo, se enfrentó al paganismo, por un lado y a ciertos cristianos que se oponían a la integración con la cultura antigua porque consideraban que toda enseñanza pagana era obra del demonio y buscaban en la Biblia su única guía. Esto es una muestra más de lo errores que se puede cometer si uno cierra su pensamiento en una postura extrema.
Más tarde Santo Tomás de Aquino (1225-1274) escribió el Comentario a la ética a Nicómaco, el mejor comentario que se ha hecho de esa obra. Él aprueba la estructura de Aristóteles, y completa las lagunas que encuentra: los esclavos también son sujetos morales… Así, muestra que la moral aristotélica, con correcciones de detalles, es muy incompatible con la moral revelada, y se puede integrar fácilmente con ella.
Una labor similar a la de santo Tomás realizan el judío Maimónides y el mahometano Averroes: la moral aristotélica es también compatible con el judaísmo y con el Islam: no en vano estas tres religiones tienen creencias básicas en parte idénticas.
Cuando leí esto me gustó mucho, me hizo ver que los sabios trascienden la religión, la nacionalidad, etc., uniendo al mundo alrededor de la verdad
BIBLIOGRAFIA
ESTARTUS, Rafael. (1995). Moral para profesionales. Publicaciones Universidad de Piura. UDEP: Piura.
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