
Ayer Fausta Rosell y Céspedes partió a la casa del Padre, luego de varios años luchando contra el cáncer.

Ella soportó el cáncer por esa férrea fe en los designios del Señor. Nos enseñó a amar la ecología y preocuparnos intensamente por conseguir una educación, cada vez mejor, para los niños.
La recordaremos con cariño, y su sonrisa nos acompañará a las campañas de arborización, operaciones de labio leporino y campañas escolares. Gracias Dios por haberla llevado a tu lado, con los ángeles y los grandes sabios, con quienes continuará sus charlas amigables y debates alturados.
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