No a la violencia juvenil, sí a la vida
Por Miguel Cabrejos Vidarte, OFM (*)
La trágica muerte de la joven contadora María Paola Vargas Ortiz (25) es una triste ocasión para reflexionar sobre la violencia juvenil de las barras bravas y la evidente distorsión de los valores que se da en muchos jóvenes que integran estas agrupaciones. Ante este y otros hechos con el mismo origen, la sociedad espera y exige acciones concretas para frenar y eliminar la violencia por una causa deportiva o de cualquier índole.
Lamentamos que la violencia juvenil en A. Latina sea un fenómeno creciente y muy preocupante, sobre todo en países con un pasado violento reciente (Guatemala, El Salvador, Perú) y que suele manifestarse como una violencia antisocial, protagonizada por jóvenes que se despersonalizan actuando en bandas organizadas.
La violencia gratuita, en muchos casos lúdica –porque se ejercita como una forma de diversión colectiva–, es a menudo consecuencia de la falta de verdaderas motivaciones en la vida cotidiana de los jóvenes. Estos grupos usan la violencia como modo de expresión y a través de ella buscan una identidad grupal, aunque lo que logran es la despersonalización que no les permite asumir responsabilidades propias.

Ante esto es necesario unir esfuerzos para acabar con la violencia de las barras bravas, pues estas agrupaciones no pueden seguir haciendo más daño, provocando desmanes en calles, plazas y estadios.
La Iglesia hace suyo el dolor y el clamor de la familia de María Paola y de la población para que se realicen acciones inmediatas para combatir este tipo de violencia. No se puede aceptar que un grupo juvenil, unido por el deporte, pueda atacar y atropellar en su dignidad a una mujer indefensa hasta causarle la muerte. No es posible que los clubes faciliten entradas gratuitas para encuentros deportivos a jóvenes violentos y agrupados en pandillas. La sociedad y las instituciones del Estado no pueden permitir que con el pretexto de alentar a un equipo, se actúe sin respetar la dignidad humana. Nuestras autoridades tienen la obligación de agotar todos los recursos para identificar a los responsables de este asesinato.

Creo que en el Perú son más numerosos los jóvenes comprometidos con el país y que realmente asumen el deporte sanamente y sin violencia. Por eso invoco una vez más a los padres de familia a educar a sus hijos con valores, con principios, con el ejemplo y el respeto a la dignidad humana.
(*) Presidente de la Conferencia Episcopal, Arzobispo de Trujillo.
(**) el hermoso dibujo es uno de los ganadores 2008 del concurso cartel de la paz que organiza Lions International
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